miércoles, 19 de septiembre de 2007

Adiós

Caminaba por la orilla del mar, miraba el horizonte, mientras el sol se escondía de la noche. En ese instante me observabas con un monocular. Tú seriedad revelaba que algo andaba mal, que no todo era como deseabas.

Me detuve y voltee a mirar, ahí estabas pensativo, sentado en la arena mirando a un punto infinito. Me acerque, como he hecho cientos de veces...

-¿Qué ocurre?- Tus ojos negros se clavaron en mi, observaste el mar, te levantaste y te fuiste del lugar, dejándome nuevamente sin respuesta. Con la duda de si el mañana será un nosotros o un nunca más...

Te seguí con la mirada, el mar borraba tus huellas al andar. Corrí un poco y me puse delante de ti, te abrace y por más que lo intentaste no lograste que me apartara de ti.
Resignado tomaste mi rostro y me besaste con suavidad, te separaste lentamente para que tus ojos lo dijeran todo, no eran necesarias las palabras.

Traté de no llorar, te juro que lo intente, pero en vano fueron todos mis esfuerzos.
Sentí como el agua volvía a tocar mis pies, un escalofrío recorrió mi cuerpo, por unos segundos me dolió el pecho y luego te vi partir, acariciaste mi rostro y te fuiste sin hablar, como siempre hacías.

Con tu andar me di cuenta de que fuimos hecho el uno para el otro, pero que nos encargamos de destruir todo lo creado, yo forcé demasiado a tu corazón y tu jamás dejaste tu dolor de lado.

No hay comentarios: