sábado, 29 de septiembre de 2007

¿El principe o el sapo?

Podemos conocer a alguien que nos trate como princesas y que sea un galan, un verdadero principe, aunque digan que no existen, de que los hay los hay; son pocos pero existen.

También tenemos a los sapos, es decir, el mino que nos trata mal, que nos quiere hasta ahí no más y nos toma en cuenta cuando se le da la gana y para más uno no tiene idea que es lo que quiere... ni para donde va, así son las cosas. Pero nos fijamos en él igual...

Para que vean que no estamos lejos de ser masoquistas y nos encanta sufrir, no tenemos limites ¿no? Nos llegamos a preguntar con cual nos quedamos, si con el sapo o el principe... deberíamos responder EL PRINCIPE, pero no... nos armamos de paciencia y comenzamos a embellecer al sapito, le otorgamos atributos que jamás han existido y lo convertimos en principe cuando de principe no tiene nada de nada... ni la cara.

Pero pregúntenle a un hombre... ¿Con cuál te quedas?¿con la Princesa o la Rana? Parecen Speedy Gonzalez respondiendo... la PRINCESA OBVIO!! Ni lo piensan, no tienen ninguna duda, para ellos eso no se pregunta...

A la única conclusión que pude llegar con todo esto, es que en la mayoría de los casos nos quedamos con los sapos y ellos con las princesas, es decir, nosotras con los tarados y ellos con nosotras.

Malamente así son las cosas, siempre seremos las princesas del cuento mientras ellos son unos sapos que siempre serán babosos y eso no habrá como remediarlo, no importa cuanto los tratemos de embellecer, es IMPOSIBLE.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Adiós

Caminaba por la orilla del mar, miraba el horizonte, mientras el sol se escondía de la noche. En ese instante me observabas con un monocular. Tú seriedad revelaba que algo andaba mal, que no todo era como deseabas.

Me detuve y voltee a mirar, ahí estabas pensativo, sentado en la arena mirando a un punto infinito. Me acerque, como he hecho cientos de veces...

-¿Qué ocurre?- Tus ojos negros se clavaron en mi, observaste el mar, te levantaste y te fuiste del lugar, dejándome nuevamente sin respuesta. Con la duda de si el mañana será un nosotros o un nunca más...

Te seguí con la mirada, el mar borraba tus huellas al andar. Corrí un poco y me puse delante de ti, te abrace y por más que lo intentaste no lograste que me apartara de ti.
Resignado tomaste mi rostro y me besaste con suavidad, te separaste lentamente para que tus ojos lo dijeran todo, no eran necesarias las palabras.

Traté de no llorar, te juro que lo intente, pero en vano fueron todos mis esfuerzos.
Sentí como el agua volvía a tocar mis pies, un escalofrío recorrió mi cuerpo, por unos segundos me dolió el pecho y luego te vi partir, acariciaste mi rostro y te fuiste sin hablar, como siempre hacías.

Con tu andar me di cuenta de que fuimos hecho el uno para el otro, pero que nos encargamos de destruir todo lo creado, yo forcé demasiado a tu corazón y tu jamás dejaste tu dolor de lado.